4 noviembre, 2025 7:40 am
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Tony Villavicencio

La ética profesional del periodismo desde el joven reportero hasta quien está a la cabeza de un periódico, deben ser  fieles guardianes de trasladar la verdad  al electorado.

También hay comunicadores sociales, quienes desde la aventura o en el intento de un futuro más próspero se candidatean y usan las redes sociales mostrando comparaciones de éxitos ajenos, con el objetivo de ilusionar a los pueblos con obras de una red vial de pavimento en medio de la nada. 

Desde mi larga trayectoria aprendí ¿Hay diferencias culturales a la hora de mentir? ¿No es lo mismo ejerce periodismo y a la vez disputar un cargo electivo cuando para nada es ético informar desde el periodismo y a su vez criticar al adversario desde la política?

Un candidato que promete obras y servicios de cumplimiento imposibles no es considerado fiable por más títulos y honores que diga poseer no es merecedor de la confianza de los vecinos para ostentar un cargo público. En la misma línea podemos advertir las dimisiones que son mucho menos frecuentes a la tolerancia social.

¿Pocos días atrás, llegue almorzar en San José del Boquerón (Copo) y una señora nos reconoció como si nos estuviera esperando preguntó “¿Don Tony, lo electores somos capaces de saber cuándo los políticos y los periodistas nos engañan?… Y ella misma se respondió: “Me parece que se dividen, el 50% cada uno”.

 Respondí: “La mejor manera de sorprender a un farsante es por su lenguaje no verbal, que es lo que más fácilmente lo delata, y le aclaré: “El Político miente y vuelve a insistir en la próxima elección y el periodista si fracasa, nunca más vuelve al periodismo porque   deja de ser creíble”.

Hoy en las redes sociales observo los posteo de los colegas periodistas devenidos en políticos aspirando ocupar cargos públicos en lo que es otro planteamiento, ya casi dentro de lo filosófico, y los electores de esas poblaciones dudan si la verdad, la tenía el periodismo y ahora son todos más de lo mismo.

Lo que creemos con esto que está sucediendo en varios distritos del interior de Santiago del Estero de periodistas defendiendo sin prejuicios, ideas preconcebidas, sesgos ideológicos, experiencias pasadas, etc. que hacen que adaptemos la realidad observada a nuestros intereses personales o creencias condicionando significativamente nuestra percepción y nuestro pensamiento.

Es por ello que en una nota de opinión adelante que el periodista que se filtra a la política y disputa el cargo público, no vuelve más al periodismo y una vez sentados en el despacho de la función pública siempre fracasaron.

Acepto existe la tendencia, especialmente en algunas formaciones políticas, a simplificar la realidad y verla como buena o mala de forma absoluta, cuando está en el fondo llena de matices y de grises por lo que los juicios condenatorios o la auditoria de un hecho deberían ser objeto de constante revisión.

Lo que en el fondo al ciudadano común molesta de que los políticos mientan y algunos nos tomen por tontos y hay que reconocer que en esto la sociedad está evolucionando y cada vez los tolera menos. El pueblo ya no tolera los mensajitos de los políticos con frases célebres, de encumbrados literarios, los electores necesitan que cada uno de los candidatos informe cuáles son sus proyectos.

Obviamente hay honrosas excepciones, pero estoy hablando de una percepción muy generalizada (la que se oye cuando la gente en un bar habla del periodismo y la política). Mientras hace años el político era una persona respetada, en la actualidad la opinión pública tiende a verlos como personas que se aprovechan y que no dudan en mentir para conseguir sus fines.

 José Gelid, un amigo de Quimilí, fiel radical llegó a ser intendente y luego diputado provincial cuando se retiró   de la política hizo famosa la frase “Las promesas electorales están para no cumplirse”, lo que pasó a la historia como una sentencia que nadie esperaba de un político pero que resumía muy bien lo que todo el mundo piensa de la clase política Argentina.

En primer lugar, deberíamos ser más intransigentes con la mentira, no tolerando tan fácilmente que nos convenzan por las redes sociales. La no indulgencia con este tipo de prácticas hará que los propios políticos se den cuenta de que prometer y mentir no les sale gratis.

Desde mis 32 años de ejercer el periodismo con Nuevo Diario y LV11 y recorrer todo el interior de nuestra provincia aprendí ” El candidato más humilde el más callado, es el que siempre más trabajo por el bienestar de su comunidad.

DIOS LIBERA A LOS PUEBLOS DE PROMESAS INCUMPLIDAS.