- Monte Quemado: tres años de gestión del ingeniero Felipe Cisneros - 4 noviembre, 2025
- Monte Quemado: Fuerza Patria se impuso al Frente Encuentro Cívico y Boggetti destacó el trabajo de la militancia del peronismo de Copo - 28 octubre, 2025
- El Frente Cívico de Santiago del Estero, en las urnas, humilló a Milei y eligió a Suárez como gobernador - 28 octubre, 2025
En 37 años de democracia el personalismo político se instaló socialmente en Monte Quemado a partir de dos hombres que se disputaron el poder público desde una misma ideología.
A esto hay que agregarle una verdad incómoda: que seguimos formando parte de una sociedad en la que se tiende a condenar el talento, la sabiduría y el éxito a lo que hay que sumarle el fanatismo político que al momento del análisis de las gestiones de unos u/otros gobierno nos aleja de la objetividad.
Aunque nadie hable de ello, en un plano más profundo está visto que a los que se quedaron afuera, porque perdieron la elección hacen todo lo posible que al que gobierna le vaya mal cuando todos vivimos en una misma ciudad donde los éxitos los disfrutamos y a la vez sufrimos todos los fracasos de los gobiernos que pasaron por la municipalidad.
Detrás de este tipo de conductas se esconde un virus tan escurridizo como letal, que no solo nos enferma, sino que paraliza el progreso y el desarrollo de la sociedad. En estos momentos me viene a la memoria una célebre frase de un político Argentino “El que gana gobierna, el que pierde colabora”.
El fanatismo político, que no está lejos de la envidia. La Real Academia Española define esta emoción como deseo de algo que no se posee. Si no llega al poder al que acompañamos provoca “tristeza o desdicha y hasta ejercemos violencia en el patrimonio de todos”.
Plazas destruidas por vándalos o el mismo gobierno que llegó por celos deja de mantener las obras que el gobierno que paso construyo y si damos una vueltita por la plaza San Martín veremos que la fuente hace varios años que no funciona.
La envidia surge cuando nos comparamos con otra persona y concluimos que tiene algo que nosotros nos fuimos ni tuvimos la capacidad de construir. Es decir, que nos lleva a poner el foco en nuestras carencias, las cuales se acentúan en la medida en que pensamos en ellas. Así es como se crea el complejo de inferioridad y de pronto sentimos que somos menos porque otros pueden más.
Bajo el embrujo del personalismo y el fanatismo somos capases de alegrarnos del fracaso del gobierno que nos desplazó y de una forma casi inevitable, hasta ayudamos para ver reflejadas nuestras propias frustraciones.
Sin embargo, reconocer nuestro complejo es tan doloroso, que necesitamos canalizar nuestra insatisfacción para darnos cuenta que es necesario un cambio, de hombres y conductas políticas. Solo hace falta un poco de imaginación para no admitir que, durante 37 años, el enfrentamiento por culpa de los unos y de los otros nos condenó a sufrir de los derechos y los servicios que todos merecemos sin ningún tipo de discriminación.
El primer paso para superar el complejo del personalismo político consiste en comprender la utilidad de perturbarnos por lo que opine la gente de nosotros por dejar de ser Castillita o Hazanista y ahora Cisnerista.
Si lo pensamos detenidamente, tememos que perder el miedo de lo que dirán, pero es tiempo de que el copeño deje de ser cautivo del personalismo político. Eso ya pasó y así nos fue.
Los valores de libertad, justicia e igualdad son pilares fundamentales en la construcción de una auténtica sociedad democrática que requiere la existencia de otros valores como: honestidad, reciprocidad, lealtad, solidaridad y civismo, que brindan fortaleza a nuestra identidad nacional y nos hacen capaces de enfrentar.
Dios salve a Monte Quemado.
