6 noviembre, 2025 1:59 am
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Tony Villavicencio

No necesito demasiada argumentación para afirmar que los vecinos y habitantes de Copo necesitábamos reencontrarnos, reconciliarnos, sanar viejas heridas. Y en estos dos años de gestión del intendente Felipe Cisneros, desde el municipio se respiran nuevos aires democráticos.

Durante más de 40 años, Monte Quemado vivió dividido entre dos sectores políticos enfrentados. Esa etapa, lentamente, empieza a quedar atrás. Con aciertos y errores, el gobierno de Cisneros ha logrado que el vecino empiece a ver un cambio: en el trato, en las formas de gobernar, en la implementación de políticas públicas con sentido práctico de igualdad e integración.

No será fácil. Cuatro décadas de enfrentamientos políticos fragmentaron profundamente la sociedad copeña. Se creía que esa reconstrucción llevaría mucho tiempo, pero hoy las nuevas autoridades municipales buscan el diálogo democrático, incluso con la oposición, poniendo por delante el bien común.

El mensaje de la ciudadanía fue claro: ya no hay espacio para más de lo mismo. Monte Quemado necesita elevarse por encima de las diferencias, promover espacios amplios de encuentro e integración, aun con quienes piensan distinto. Ya no podemos insistir con las viejas prácticas de fragmentación social, como si fueran una estrategia de poder. Como dice el viejo adagio chino: “divide y reinarás”… pero eso ya no tiene lugar aquí.

La sociedad copeña reaccionó y, con el voto, dejó atrás la discriminación, el privilegio a unos pocos y la persecución a quienes pensaban diferente. Hoy, esas prácticas autoritarias parecen formar parte del pasado. En estos dos años, se percibe un cambio positivo: un ejercicio de gobierno con auténtica vocación democrática.

La democracia exige que todos tengamos las mismas obligaciones y derechos. Por eso, es necesario un ejercicio de memoria y reflexión sobre lo que pasó, para no volver a repetir errores. No podemos seguir aceptando que, en cada elección, el que pierde pierde todo y el que gana se adueñe del Estado. Ese modelo quedó atrás.

Con la ayuda de Dios, es posible reconciliarnos y expresarnos con libertad en espacios de encuentro. Nuestro vínculo con la fe puede ayudarnos a sacar lo mejor de nosotros mismos y a votar no sólo pensando en uno, sino también en el bien de los demás.

Hoy, en Monte Quemado, ya no se pregunta a quién votaste para ser atendido en el municipio. Esa es una muestra concreta del cambio. El gobierno municipal no es solo de los que ganaron las elecciones, sino de todos los vecinos. Por eso es vital que, especialmente quienes tienen mayor responsabilidad social, promuevan ámbitos de diálogo, donde las diferencias no dividan, sino enriquezcan.

La solidaridad, entendida en su forma más profunda, nos permite construir una historia común. Una sociedad democrática se fortalece cuando acepta su diversidad y apuesta por una reconciliación genuina, donde los conflictos y tensiones se transformen en una unidad respetuosa.

Dos años después, el pueblo copeño sigue esperanzado. Eligió el cambio con la esperanza de tener un intendente que respete las diferencias, que no castigue al que piensa distinto, que trabaje para todos los vecinos. Y aunque el camino no está libre de dificultades, es evidente que algo comenzó a cambiar. Para bien.